jueves, 26 de febrero de 2015

ENTREVISTA A MÓNICA LINARES, BAILARINA DE TANGO (Del Taller de Redacción Periodística)

¡Ardiente y Pasional!
MÓNICA LINARES bailando tango
Esta joven uruguaya cuenta su historia y cómo su pasión por el tango impregna todas las áreas de su vida.

Será mujer o junco, ¿cuando hace una quebrada? ¿Tendrá resorte o cuerda para mover los pies?  Bailando es una fiera… ¡Y se muere por bailar! 
Con solo un 1,50 de estatura y un enorme corazón, Mónica Linares se reparte entre su adoración por el tango y su amor por el prójimo. 
Nacida en Uruguay un 27 de septiembre de 1975, es Argentina desde 1984. Traga saliva y trata de disimular el dolor que salta por sus ojos al recordar ese tiempo. Recuerda "la enorme soledad" que sentía como un profundo hueco en medio de su corazón.  
Se mira a través de la distancia y se ve introvertida. Nadie puede imaginar esa niña con la, casi, súper mujer, tan extrovertida que es hoy. Se queda pensando y sentencia: “Ese es el tango. Te hace sacar todo para afuera”. El tango,  la vida,  o el tango y la vida, sea como sea, salió del escondite. 
Las lágrimas la desbordan, y no puede disimular cuando recuerda a su padre colocando chicles en algunos agujeritos de una casilla semidestruida que alquilaban en Bandfield, barrio en el que aún vive. Antes, un Hotel en Constitución, un lugar en Chacarita, ambos más tristes y olvidables que la casucha. Lejos de abuela, tíos, primos, familia. Lejos muy lejos.  
Mónica Linares bailando tango en la feria de San Telmo
Recuerda el primer colegio, público, con mentalidad de privado. “De esa escuela, hoy no tengo un solo amigo”, enfatiza. Después vino " El Vicente Sierra", una escuela en el Barrio San José. Donde aprendió a “ser feliz” y sentirse “cómoda”, tanto en el lugar más humilde como en Berna, Suiza, uno de los tantos lugares por donde el tango la llevó. De ese colegio conserva una buena cantidad de amigos, entre ellos Martín Bossi, el reconocido imitador.
Al tango llega siguiendo a su novio de ese momento, hoy su esposo, Benjamín Grisoni, su primer profesor. Se le iluminan los ojos cuando habla de él. Con Benjamín comparten desde hace 20 años, una vida y un proyecto que los une, el tango.
 “Me apegué mucho más al tango, después que intenté estudiar Derecho y me desilusionó”, asegura. Ella se enamora más y más del tango y lo más importante es que ve que se puede vivir con él.
“El tango me abrió muchas puertas”, reflexiona. Desde enseñar a un millonario italiano como a Facundo Arana y Natalia Oreiro, para la novela que protagonizaban en canal 13, “Sos mi vida”. De este momento tiene los mejores recuerdos, especialmente teniendo en cuenta que para enseñarles ella debió bailar con Facundo. Bailar tango es un juego de seducción, y como ella misma dice: “abrazas a tu compañero y es como si lo conocieras de toda la vida, aunque todavía no sepas ni su nombre.” A partir de ahí es posible imaginar este momento especial. Sonríe con picardía al hablar de un recuerdo muy “singular” cuando le enseñaba el paso en el que hombre toma a la mujer, al estar ella de espalda a él, y ambos bien pegados bajan hasta casi el ras del piso y vuelven a subir. Algo por lo que seguramente muchas mujeres la envidiaron y la envidiarán.
No le quedan casi lugares dónde no haya trabajado, ya sea como bailarina, como docente o como bailarina y docente. Todas las combinaciones posibles. En Madero Tango, La Ventana, El Viejo Almacén, Piazzola Tango, en la Confitería Ideal con Victor y Mónica Ayos, los padres de la actriz, y en la Escuela Argentina de Tango,  para mencionar algunos de los tantos lugares.
Publicidad de una de sus compañias
Además armaron con su esposo tres compañías: TANGOFUERTE, AMIGOTAN Y AVANTITANGO. Fueron representantes en el Festival del Tango Joven en el Día Nacional del Tango en Bariloche, jurado en el Premundial de Tango y participan de varias asociaciones, entre ellas la Asociación de Coreógrafos y Bailarines de Tango.
En el 2010 aceptaron  la concesión de unos carritos de licuados en la costa para poder generar el capital necesario para armar un lugar de tango propio. Lo llevó adelante junto con su esposo y su hijo. “Laburamos muchísimo. Llegué  a llorar de cansancio”, recuerda.  Sin embargo ganó lo que necesitaba para su emprendimiento. Hoy el balance de ese momento puntual es positivo, trabajar en la playa le enseñó mucho. Todo fue invertido en un centro cultural, al que llamaron “VANGUARDIA SUR”, su última gestión independiente. “Era el sueño del pibe ese lugar”, dice con cierta nostalgia. Pero el proyecto duró solo un año: “el tipo se fue con la plata a Italia, la casa no era de él sino que era tomada. Se llevó nuestros esfuerzos, nuestros ahorros y parte de nuestros sueños”, evoca con tristeza.
Por ese anhelo de que el tango llegue a todas partes y por ese amor por el prójimo que se le escurre por los poros, comienza a trabajar en Villa Albertina. Junto con otros artistas armaron un proyecto para llevar arte, como un medio para mejorar la calidad de vida de los niños. “El primer día, una de mis compañeras llevó 3 limones verdes para hacer malabares y los chicos se los querían comer. Creíamos que era broma, hasta que vimos que era verdad. Nos encontramos con una problemática que cambió el eje”, una vez más llora al rememorar ese momento. Buscaron quienes les donaran alimentos y cada sábado les preparaban comida antes de enseñarles. Por cuestiones políticas hoy no les permiten continuar con la actividad.
 “Cuando empecé no había jóvenes en el tango, íbamos a las milongas y los dueños nos daban cualquier cosa, con tal de que nos quedáramos. No querían que se le vayan los pibes”, rememora. Por eso, en principio, lo único que quería era ser bailarina. Hoy su objetivo es apostar a la producción, a la docencia y elegir qué hacer como bailarina. Su hermano, a quién le enseñó ella, tiene una Escuela de Tango en Italia,  pero ella prefiere quedarse y seguir apostando por Argentina. Esta pequeña gran mujer podría vivir hoy en la comodidad de Europa, ganar en Euros, ser la niña mimada. Sin embargo, elige vivir en Bandfield, seguir luchando y no darse por vencida.



DEL AJEDREZ AL STAND UP, EN UNAS POCAS MOVIDAS (De Periodismo Digital)

Por Amelia López

Gervasio Calderón Fernández es ingeniero, maestro FIDE de ajedrez y uno de los cien mejores jugadores argentinos. Además, es humorista y actor de Stand Up. La frase que mejor lo define es la que alguna vez dijo Anatoli Kárpov: "El ajedrez es mi vida, pero mi vida no es solo el ajedrez." En una entrevista cuenta cómo llegó el ajedrez a su vida y cómo lo combina, hoy, con el stand up.
Gervasio Calderón jugando ajedrez
La idea del frío jugador de ajedrez se diluye con las primeras palabras y aparece la figura de un hombre cálido, seguro de sí mismo y de lo que quiere.
Gervasio Calderón Fernández nació en Buenos Aires, en el hospital Rivadavia, un 25 de mayo y vivió en Avellaneda hasta los 20, 21 años aproximadamente. Actualmente vive en Buenos Aires. 
Recuerda los primeros momentos en que el ajedrez apareció en su vida. Como aquella vez a los  7 años, cuando observaba jugar a su mamá con su hermano, 2 años mayor. “Como éramos medio pobres, armó un tablerito de papel. Y observándolos, aprendí un poco”.
Gervasio Calderón en torneo de ajedrez
Luego, su madre los llevó a una sociedad de fomento que estaba sobre Pavón, cerca de la Estación. Allí conoció a quien fue su primer Maestro de Ajedrez, Nestor Paulucci.
Evoca ese precioso momento en que su madre les compró un tablero. “Me acuerdo la emoción…, como si nos trajera un auto. Una cosa increíble.”
Expresa a través de sus palabras la fuerte admiración que tiene por su mamá, quien los crió sola, y  trabajó muy duro. Ella fue quien también le enseñó que no debía sentirse mal si perdía, que lo disfrutara. No le gustaba que fuera extremadamente competitivo.
Gervasio Calderon en un momento de su  STAND UP
Sus padres eran actores del “under”. Se divorciaron siendo él muy pequeño. Conoció a su padre de grande, pues se había mudado a Bolivia, país del que era oriundo.
De la sociedad de fomento pasó al Hogar Obrero, para continuar con su aprendizaje. “El Hogar Obrero funcionaba dónde está hoy el supermercado Coto, en calle Italia, casi Mitre. Era el Supercoop”, recuerda.
Representó durante sus años escolares a su escuela la N° 46 de Avellaneda en los torneos escolares que se organizaban en distintos lugares, incluido el viejo Colegio San Martín.  
Ahí conoció a muchos de los jugadores más reconocidos de Avellaneda, y se acercó más y más al ajedrez. Su pasión por las matemáticas y la lógica lo llevaron a estudiar y disfrutar el aprendizaje del deporte.
GERVASIO CALDERON PUBLICIDAD DE SU ESPECTACULO DE STAND UP
Es consciente de la fuerte influencia que ejerce el ajedrez en su cotidianidad. “En la vida, me cuesta mucho no analizar todo como si fuera una partida y esto para algunas cosas es bueno y para otras no tanto, porque uno se vuelve un poco frío. El hecho de analizar todas las opciones te da esa frialdad, más allá que la decisión sea emocional.”
El mundo del ajedrez es extremadamente machista; la mayoría no puede aceptar que puede perder con una mujer. Algo que a él no le sucede. Sabe que todo es cuestión de capacidad. “Hay grandes jugadoras de ajedrez. “
A los 17 años, llegó al ranking internacional. En 2009 llegó a ser Maestro Fide, debido a que decidió dedicarse primero a su carrera universitaria, ingeniería. En la actualidad representa al club Independiente. 
GERVASIO CALDERÓN comenzando  uno de sus shows
En 2012 comenzó a estudiar Stand Up, y desestructuró la base estrictamente lógica del ajedrez. Sus tiempos de juego se modificaron. Sus partidas ahora son más largas y un poco más "creativas."
Actualmente hace Shows de Stand Up en distintos lugares. Uno de ellos fue  "No Hagas Eso",  junto a otros cuatro actores, en la Sala Cortázar del Paseo La Plaza.
Gervasio Calderón pudo recordar sin dolor ni nostalgia los momentos que tuvo que vivir para ser hoy la persona polifacética que es. Combina la ingeniería, el ajedrez y el nuevo "boom" teatral, tanto en sus actividades como en su personalidad. 



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MIS DÍAS CON UN AJEDRECISTA (De Periodismo Digital)

Por Amelia López
Porque soy esposa de un jugador, arbitro y dirigente de ajedrez, la personas creen que tengo algún conocimiento iluminado del deporte. La verdad es que si alguna enfermedad padezco, esa se llama ajedrez, con un buen conjunto de trastornos. Las llegadas tarde a la casa por un torneo, después de su trabajo seglar. Días y días casi sin dirigirnos la palabra, porque el club de ajedrez, y alguna competencia, no dejaban tiempo para más.  Y así sucesivamente.
Durante los primeros años me inundaba un ferviente anhelo de comunicarme con él,  razón por la que concurría al club alegremente. Como una amorosa esposa, munida de mate, yerba, termo y la convicción de que intercambiaríamos más de dos palabras en nuestra charla. Me sentaba en un rincón y esperaba hacer algo más que cebar mate sin emitir sonido.  No pasó mucho tiempo hasta que me diera cuenta que no se podía expedir ni un simple murmullo, sin ser asesinada con la mirada de algún tierno jugador.  ¡Oh ajedrecistas del mundo! ¡Amaos los unos a los otros, o en su defecto os quedareis completamente solos!
¿Ahora que tiene que ver todo esto con este escrito? Muy sencillo, cuando no puedes vencer a tu enemigo, buscá la mejor manera de unírtele. Es por esa razón que elegí la más interesante; estudiar periodismo para luego hablar sobre ajedrez. Y aquí estoy buscando escribir, que no sea lo que ya se haya dicho, y que además, no sea tan adormecedor como presenciar una partida en vivo y en directo.
Lo primero sobre lo que quise escribir fue sobre el torneo de ajedrez que se disputó en el Club San Martín, dónde está mi marido, que se llevó a cabo del 17 al 31 de marzo. Y honestamente, el resultado fue una noticia, más insulsa que las noticias sociales de los diarios de pueblo. Aunque estas últimas sirven para chismear, la mía, ni para eso. Ahí entendí que debía contarlo de otra manera, o cambiar de idea.
Entonces algo llamó mi atención, algo en el nombre del torneo, absoluto y femenino. Sobre eso  pregunté al que sabe,  es decir a mi cónyuge, y me explicó que ese tipo de torneo se comenzó a realizar debido a la discriminación de la mujer en el ajedrez.  Entonces dije, acá tengo otro tema: la segregación del género femenino en el ajedrez. Gran tema, pero necesita un tiempo de investigación, imposible  hacerlo ahora.
Continué la interpelación al señor presidente de la federación de la zona sur, o sea mi marido, y le pregunté si para ese campeonato los ganadores obtuvieron puntaje internacional, y ahí se abrió otro tema. Los graves problemas de la Federación Argentina de Ajedrez, razón por la que los ganadores solo tienen puntaje zonal y la posibilidad de formar parte del equipo olímpico. Un muy interesante tema para seguir pesquisando, pero no ya.
Luego de algunos ruegos, mi tierno esposo, accedió a continuar la charla, y surgió la palabra ELO, y entonces le dije:
-Y ¿qué es esto del ELO?
Su respuesta fue rápida y contundente, “se me hace tarde, búscalo por internet” y se fue.
Ante semejante respuesta no me quedaba otra solución que ir a preguntarle a uno de mis mejores amigos, a la hora de husmear algo, el señor Google. ELO es un sistema de puntuación de método matemático, basado en el cálculo estadístico, para computar la habilidad relativa de los jugadores de ajedrez. ¿Y por qué ELO? Porque fue inventado por don Elo, un físico estadounidense de origen húngaro, llamado Arpad Elo.
JUAN MANUEL GAITÁN
Aunque esto no sea una noticia ni nada que se le parezca, si estás leyendo es importante que sepas que en la ciudad de Avellaneda, cruzando el puente Pueyrredón, en la calle Lavalle 148 funciona el  Club de Ajedrez  Colegio San Martín.¿Y quién es él además de mi marido? José Luis Ramos, es Árbitro Nacional de Ajedrez y Presidente de la Federación de Ajedrez del Sur del Gran Buenos Aires, FASGBA.
Como no quiero que esto sea solo un compendio de mis desventuras, les cuento, ahora sí, a título informativo,  que ganaron el campeonato el Maestro FIDE Juan Manuel Gaitán y la Maestra FIDE Daniela Fantini, Campeona Femenina,  ambos representantes del Club San Martin.

DANIELA FANTINI
Aunque el devenir de este artículo no haya sido el más ortodoxo, lo podemos dar por terminado. Y como una gran apasionada por la música, no se me ocurre otro final para expresar lo que ha sido y es el ajedrez en mi vida, que no sea utilizando algunos versos de una canción, y porque no los  de un bolero, de Manzanero: “Usted es el culpable, de todas mis angustias, de todos mis quebrantos. Usted lleno mi vida de dulces inquietudes y amargos desencantos…”, aunque dudo que don Armando pueda llegar a estar de acuerdo conmigo.