lunes, 6 de octubre de 2014

LA CONVICCIÓN DE LO QUE NO SE VE



 //Trabajo con que aprobé Teoría y Práctica Narrativa II //

Un recorrido por la historia de una de las instituciones de la ciudad de Avellaneda, la Iglesia Bautista de Villa Domínico. Una institución que con nada, con tan solo fe en sus manos, logró tener un lugar propio. Sin dejar de servir a la comunidad




Casi las 7 de la tarde y ella descansa sentada en su sillón, arropada con una manta tejida al crochet. Un té recién servido es su única compañía. Mientras, mira C5N. Una noticia llama su atención, Pablo Duggan le dio el pase a Paulo Kablan “Investigan a una iglesia cristiana evangélica de la Argentina en una causa por un supuesto lavado de dinero proveniente del narcotráfico…”  “¡Claro, cómo no van a decir después que en las iglesias evangélicas roban a la gente!,” piensa. El timbre interrumpe sus cavilaciones. Una visita la saca de su rutina, Graciela, su hermana, su amiga.
Ella es Carolina Visconte, nacida en Paraguay, Argentina por amor. Su amiga es Graciela Cuevas, hija de un matrimonio de origen paraguayo. Se podría creer que es Paraguay lo que las une, pero no lo es, son sus creencias. Ambas son cristianas evangélicas. Están juntas desde hace varios años siendo parte en distintas Iglesias Evangélicas Bautistas.
En Argentina, según el CONICET hay alrededor de tres millones y medio de evangélicos. De ellos los bautistas son una parte y, según expresa en su página la Convención Evangélica Bautista, hay en Argentina 500 iglesias distribuidas en todo el país. La provincia de Buenos Aires tiene 205. En el partido de Avellaneda hay 5. Entre esas 5 iglesias está la Iglesia Bautista de Villa Domínico. De la que son miembros Carolina y Graciela.
-Graciela ¡qué alegría verte!
-Carolina, gracias a Dios hoy pude venir a visitarte.
-Estaba mirando la televisión, ¿te enteraste de la iglesia que investigan por plata y drogas?
-¡No! No tengo tiempo para mirar tele. Entre la casa, y si tengo que trabajar en el taller, se me va el día. De todos modos, cuando pasan estas cosas caemos todos en la misma bolsa.
-Y pensar que nosotros lo hicimos todo con grandes sacrificios. ¿Te acordás todas las cosas que pasamos?
El dique de los recuerdos se rompe y fluyen cargados con una mezcla de emociones. Eran miembros de una de las congregaciones bautistas del centro de Avellaneda. Diferencias doctrinales las alejan. Carolina es la primera que toma la decisión de irse, en Noviembre de 1996. Varias familias se van, también la de Graciela. Sin embargo ella no se va hasta Enero de 1997. Formaban parte del grupo de liderazgo de la iglesia, fueron desplazados por un nuevo equipo a través de una asamblea, a la que ellos no son convocados.
Los evangélicos bautistas no tienen una estructura piramidal. Es la más democrática de las iglesias. Una asamblea de sus miembros es la que toma las decisiones definitivas. Dando por supuesto que ellos han sido instruidos previamente por Dios. Esta instrucción se produce a través de una vida de relación con Dios que cada miembro lleva por medio de la oración. Estas asambleas suelen realizarse a fin de año y rigen a partir del año siguiente.
En marzo de 1997, deciden juntarse en distintas casas todos los domingos, manteniendo la organización de reuniones que tenían habitualmente. Es decir una reunión a la mañana y otra por la tarde. Asumiendo cada uno el rol que desempeñaba anteriormente.
Estos roles son los denominados ministros, diáconos y pastores. Se eligen por votación en Asamblea, de acuerdo a lo establecido en los estatutos que cada iglesia posee, al igual que otras instituciones. Esos estatutos establecen, por ejemplo, la cantidad de votos necesarios para asumir un cargo, que pueden ir desde simple mayoría hasta la mitad más uno, en el caso del cuerpo de Diáconos o el Pastor.
La fe los mantiene firmes
Dios les habla a través de su palabra. El libro de Jeremías, en el capítulo 32 verso 42, profetiza en el siglo XX: “traeré sobre ellos todo el bien que acerca de ellos hablo. Y poseerán heredad en esta tierra. Heredades comprarán por dinero, y harán escritura y la sellarán y pondrán testigos.” Creen y actúan. Rosalía, comienza a comprar elementos necesarios para una iglesia de 50 miembros, poniendo su fe delante de sus acciones. Tal como expresa Eugene Peterson, en su libro “Correr con los Caballos”: “Los actos de esperanza se basan en la convicción de que Dios completará la obra que ha comenzado incluso cuando las apariencias, y especialmente en este caso, se oponen a ello.”
Rosalía es Rosalía Ramos, quién junto con su madre fue parte del grupo fundador. El resto eran unas pocas familias más, la familia Margaretic, la familia Hernández, la familia de Graciela, es decir la familia González, la familia Goday, la familia Amato, Carolina estaba sola y los hermanos Sergio y Rubén Szachniewicz. Eran  23 personas, 23 voluntades, unidas con la mira puesta en un solo objetivo, ser algo más que un grupo que se reune los domingos. En 6 meses, Dios los había provisto de un local para alquilar.
-¿Te acordás cómo machihembre con Rosalía y acarreé ladrillos en una carretilla con Sergio? –pregunta Carolina.
-¡Sí, Caro! Después de tanto clamar por un lugar, no nos importaba todo lo que había que hacer.
-Ahí nomas comenzamos las reuniones. Antes de eso fuimos… ¿Cómo se les dice a los que andan por el desierto?
-No sé Caro a qué te referís... ¡Ah!  Nómades.
-De todos los que empezamos quedamos nosotras y Rubén, ¿verdad Graciela?
-Mmm… Sí. Los Hernández, se fueron a Tucumán, las familias Goday, Margaretic y Amato se congregan en otras iglesias, a Rosalía su trabajo de enfermera le insume todo su tiempo, y Sergio será ordenado Pastor en Ramos Mejía.
Sin dejar de servir
-¿Te acordás cuando entregábamos los bolsones? –pregunta Carolina
-¡Cómo no acordarme! Si nosotros no teníamos trabajo. Estábamos en el peor momento. Hacíamos pizzas para vender y subsistir.
-Tenés razón Graciela, me había olvidado.
-El único trabajo que teníamos en la matricería eran las chapitas que van en las cerraduras de las puertas. Y eso era muy de tanto en tanto.
La iglesia decide, frente a la situación del país, buscar personas a quienes ayudar. Dado que son pocos los miembros como para ofrecer asistencia de manera indiscriminada. Un comedor de la zona, de Zárate y San Nicolás, es el elegido. Ellos solo pueden dar de comer de lunes a viernes, la iglesia les entregará bolsones para cubrir los fines de semana. Esto sucede sábados por la tarde y domingos por la mañana, durante 2001 y 2002.
Además surgían necesidades internas, varios miembros también estaban sin trabajo. El encargado en ese momento hoy pastor, Rubén Szchaniewicz, se había quedado sin trabajo. Se defiende elaborando comida para vender entre los mismos miembros y amigos que le encargaban. Con  todo esto la iglesia continuaba su marcha. “Se pagaban los alquileres y seguíamos clamando a Dios por nuestro propio templo”, recuerda Graciela.
A pesar de las trabas
-Cuando recién alquilamos el local, ¿tuvimos algunos problemas para funcionar, verdad Graciela?
-¡Sí, Caro! Él único que nos ayudó fue el pastor Roberto Avellaneda, de la Iglesia de Témperley. Él propuso que funcionáramos  como anexo de su Iglesia.
Luego de alquilado el local para comenzar a trabajar como Iglesia independiente, se encontraron con que los pastores de las Confederación pensaban que la idea era muy arriesgada. Es ahí cuando el pastor de la Iglesia Bautista de Témperley los ayuda y comienzan a funcionar como Anexo de la misma. El riesgo estaba en que eran muy pocos. No eran 23 adultos, eran 13 adultos y 10 niños y adolescentes.
A finales de los 90 principios del siglo XXI, en las Iglesias Evangélicas más ortodoxas en Argentina soplaron vientos de renovación. Vientos con los que el grupo fundador estaba en desacuerdo. A diferencia de la gran mayoría de los que conformaban el grupo que lideraba la Confederación de Iglesias Bautistas.
Las observaciones del grupo fundador con respecto a estas prácticas, recaen sólo en las formas. Es decir sobre las manifestaciones exacerbadas en las reuniones, como levantar las manos, movimientos del cuerpo mientras se canta, levantar excesivamente la voz al orar, no son bien vistos. Estas manifestaciones son asociadas a las situaciones vividas. Son las mismas que tenían quienes los dejaron fuera del liderazgo en la iglesia de la cuál salieron.
Hasta llegar a la meta
-Lo que no recuerdo es cómo llegamos al terreno que después se compró.
- ¡Caro! ¿No te acordás que Claudia trajo la noticia cuando se enteró que lo vendían en cuotas?
Claudia Flores, miembro de la Iglesia en ese momento hoy viviendo en Chepes, La Rioja, se entera en 2005 que el baldío que estaba casi al lado de su casa y que daba a una parrillita a la vuelta, se vende  y el cartel dice facilidades. Esto es en Ramón Franco y San Vicente.
Los miembros de las iglesias bautistas son libres de ofrendar y diezmar de acuerdo a sus propias convicciones y fe. “Nuestro pastor jamás pide el diezmo desde el púlpito”, aclara Carolina. La iglesia desde el principio guardaba una parte del dinero de las ofrendas para comprar una propiedad. Había para negociar. Todo esto ya conformaba un milagro.
“Era lo que tanto habíamos pedido, un lugar propio donde no pagar más alquiler,” recuerda Graciela con lágrimas en los ojos. “Habíamos podido juntar  un poco de dinero con mucho sacrificio, y sabíamos que humanamente hablando era imposible que nos alcanzara para comprar algo, necesitábamos el milagro,” agrega Carolina.
El terreno estaba ocupado, y hacía muchos años que trataban de venderlo. La iglesia decide comprarlo pero pide que salgan los ocupantes. Se llega a un acuerdo, a cambio de un monto de dinero los ocupantes aceptan irse. Se abona el primer pago, y se convienen una serie de cuotas.
Llega el momento de la escrituración y el toque de gracia el día de la firma. “Ahí nos enteramos que el dueño de la propiedad era un sacerdote católico, no lo podíamos creer. Estaba muy contento de que en ese lugar se predicaría la palabra de Dios”, recuerda Graciela.
“El lugar era un desastre, había grasa de varios años y un enorme Gauchito Gil en el lugar dónde hoy está el púlpito. Sin embargo el 26 de Noviembre de 2006,  nos mudamos  a  Ramón Franco 5140. Fue un día después del cumpleaños de Rubén, 40 años, por eso lo tengo tan presente”, expresa con una sonrisa Graciela.
El 3 de diciembre de 2006, se realiza la primera reunión. Graciela recuerda con tristeza, un momento de mucha alegría. “Ese día era el cumpleaños de una de las abuelas de la iglesia que soñaba con ver el templo nuevo y murió sin poder verlo.” “Es muy triste que haya muerto Aurorita, era más joven que yo,” expresa Carolina. Carolina Visconte nació el 27 de Enero de 1924.
El trabajo en el barrio continúa. La zona que más se trabaja actualmente es Bahía Blanca al 1900. Muchos de aquellos que recibieron los bolsones llegaron a ser miembros de la iglesia. Carolina es jubilada y pensionada. El pastor actualmente trabaja para una compañía americana de sonido y viaja por Latinoamérica y Estados Unidos. Graciela y su esposo, Porfirio, tienen en pleno funcionamiento su matricería “gracias a Dios,” dice Graciela. “Nuestra Fe fue coronada y todos nuestros años de oración hoy pueden verse en Ramón Franco 5140, para Gloria de Dios.”
Eugene Peterson, en su libro “Correr con los caballos”, expresa: “Se necesita valor para actuar guiados por la esperanza.” Estas 23 personas en uno de los momentos más difíciles de la República Argentina tuvieron el valor para actuar guiados por la esperanza, guiados por la convicción de lo que no se ve.