//Trabajo con que aprobé Teoría y Práctica Narrativa II //
Un recorrido por la historia de una de las
instituciones de la ciudad de Avellaneda, la Iglesia Bautista de Villa
Domínico. Una institución que con nada, con tan solo fe en sus manos, logró
tener un lugar propio. Sin dejar de servir a la comunidad
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Ella es Carolina Visconte, nacida en
Paraguay, Argentina por amor. Su amiga es Graciela Cuevas, hija de un
matrimonio de origen paraguayo. Se podría creer que es Paraguay lo que las une,
pero no lo es, son sus creencias. Ambas son cristianas evangélicas. Están
juntas desde hace varios años siendo parte en distintas Iglesias Evangélicas
Bautistas.
En Argentina, según el CONICET hay alrededor
de tres millones y medio de evangélicos. De ellos los bautistas son una parte
y, según expresa en su página la Convención Evangélica Bautista, hay en
Argentina 500 iglesias distribuidas en todo el país. La provincia de Buenos
Aires tiene 205. En el partido de Avellaneda hay 5. Entre esas 5 iglesias está
la Iglesia Bautista de Villa Domínico. De la que son miembros Carolina y
Graciela.
-Graciela ¡qué alegría verte!
-Carolina, gracias a Dios hoy pude venir a
visitarte.
-Estaba mirando la televisión, ¿te enteraste
de la iglesia que investigan por plata y drogas?
-¡No! No tengo tiempo para mirar tele. Entre
la casa, y si tengo que trabajar en el taller, se me va el día. De todos modos,
cuando pasan estas cosas caemos todos en la misma bolsa.
-Y pensar que nosotros lo hicimos todo con
grandes sacrificios. ¿Te acordás todas las cosas que pasamos?
El dique de los recuerdos se rompe y fluyen
cargados con una mezcla de emociones. Eran miembros de una de las
congregaciones bautistas del centro de Avellaneda. Diferencias doctrinales las alejan.
Carolina es la primera que toma la decisión de irse, en Noviembre de 1996. Varias
familias se van, también la de Graciela. Sin embargo ella no se va hasta Enero
de 1997. Formaban parte del grupo de liderazgo de la iglesia, fueron desplazados
por un nuevo equipo a través de una asamblea, a la que ellos no son convocados.
Los evangélicos bautistas no tienen una
estructura piramidal. Es la más democrática de las iglesias. Una asamblea de
sus miembros es la que toma las decisiones definitivas. Dando por supuesto que
ellos han sido instruidos previamente por Dios. Esta instrucción se produce a
través de una vida de relación con Dios que cada miembro lleva por medio de la
oración. Estas asambleas suelen realizarse a fin de año y rigen a partir del
año siguiente.
En marzo de 1997, deciden juntarse en
distintas casas todos los domingos, manteniendo la organización de reuniones
que tenían habitualmente. Es decir una reunión a la mañana y otra por la tarde.
Asumiendo cada uno el rol que desempeñaba anteriormente.
Estos roles son los denominados ministros,
diáconos y pastores. Se eligen por votación en Asamblea, de acuerdo a lo
establecido en los estatutos que cada iglesia posee, al igual que otras
instituciones. Esos estatutos establecen, por ejemplo, la cantidad de votos
necesarios para asumir un cargo, que pueden ir desde simple mayoría hasta la
mitad más uno, en el caso del cuerpo de Diáconos o el Pastor.
La fe los mantiene firmes
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Rosalía es Rosalía Ramos, quién junto con su
madre fue parte del grupo fundador. El resto eran unas pocas familias más, la
familia Margaretic, la familia Hernández, la familia de Graciela, es decir la
familia González, la familia Goday, la familia Amato, Carolina estaba sola y los
hermanos Sergio y Rubén Szachniewicz. Eran
23 personas, 23 voluntades, unidas con la mira puesta en un solo
objetivo, ser algo más que un grupo que se reune los domingos. En 6 meses, Dios
los había provisto de un local para alquilar.
-¿Te acordás cómo machihembre con Rosalía y
acarreé ladrillos en una carretilla con Sergio? –pregunta Carolina.
-¡Sí, Caro! Después de tanto clamar por un
lugar, no nos importaba todo lo que había que hacer.
-Ahí nomas comenzamos las reuniones. Antes de
eso fuimos… ¿Cómo se les dice a los que andan por el desierto?
-No sé Caro a qué te referís... ¡Ah! Nómades.
-De todos los que empezamos quedamos nosotras
y Rubén, ¿verdad Graciela?
-Mmm… Sí. Los Hernández, se fueron a Tucumán,
las familias Goday, Margaretic y Amato se congregan en otras iglesias, a
Rosalía su trabajo de enfermera le insume todo su tiempo, y Sergio será
ordenado Pastor en Ramos Mejía.
Sin dejar de servir
-¿Te acordás cuando entregábamos los bolsones?
–pregunta Carolina
-¡Cómo no acordarme! Si nosotros no teníamos
trabajo. Estábamos en el peor momento. Hacíamos pizzas para vender y subsistir.
-Tenés razón Graciela, me había olvidado.
-El único trabajo que teníamos en la
matricería eran las chapitas que van en las cerraduras de las puertas. Y eso
era muy de tanto en tanto.
La iglesia decide, frente a la situación del
país, buscar personas a quienes ayudar. Dado que son pocos los miembros como
para ofrecer asistencia de manera indiscriminada. Un comedor de la zona, de
Zárate y San Nicolás, es el elegido. Ellos solo pueden dar de comer de lunes a
viernes, la iglesia les entregará bolsones para cubrir los fines de semana. Esto
sucede sábados por la tarde y domingos por la mañana, durante 2001 y 2002.
Además surgían necesidades internas, varios
miembros también estaban sin trabajo. El encargado en ese momento hoy pastor,
Rubén Szchaniewicz, se había quedado sin trabajo. Se defiende elaborando comida
para vender entre los mismos miembros y amigos que le encargaban. Con todo esto la iglesia continuaba su marcha.
“Se pagaban los alquileres y seguíamos clamando a Dios por nuestro propio
templo”, recuerda Graciela.
A pesar de las trabas
-Cuando recién alquilamos el local, ¿tuvimos
algunos problemas para funcionar, verdad Graciela?
-¡Sí, Caro! Él único que nos ayudó fue el
pastor Roberto Avellaneda, de la Iglesia de Témperley. Él propuso que
funcionáramos como anexo de su Iglesia.
Luego de alquilado el local para comenzar a
trabajar como Iglesia independiente, se encontraron con que los pastores de las
Confederación pensaban que la idea era muy arriesgada. Es ahí cuando el pastor
de la Iglesia Bautista de Témperley los ayuda y comienzan a funcionar como Anexo
de la misma. El riesgo estaba en que eran muy pocos. No eran 23 adultos, eran
13 adultos y 10 niños y adolescentes.
A finales de los 90 principios del siglo XXI,
en las Iglesias Evangélicas más ortodoxas en Argentina soplaron vientos de
renovación. Vientos con los que el grupo fundador estaba en desacuerdo. A
diferencia de la gran mayoría de los que conformaban el grupo que lideraba la
Confederación de Iglesias Bautistas.
Las observaciones del grupo fundador con
respecto a estas prácticas, recaen sólo en las formas. Es decir sobre las
manifestaciones exacerbadas en las reuniones, como levantar las manos,
movimientos del cuerpo mientras se canta, levantar excesivamente la voz al
orar, no son bien vistos. Estas manifestaciones son asociadas a las situaciones
vividas. Son las mismas que tenían quienes los dejaron fuera del liderazgo en
la iglesia de la cuál salieron.
Hasta llegar a la meta
-Lo que no recuerdo es cómo llegamos al
terreno que después se compró.
- ¡Caro! ¿No te acordás que Claudia trajo la
noticia cuando se enteró que lo vendían en cuotas?
Claudia Flores, miembro de la Iglesia en ese
momento hoy viviendo en Chepes, La Rioja, se entera en 2005 que el baldío que
estaba casi al lado de su casa y que daba a una parrillita a la vuelta, se
vende y el cartel dice facilidades. Esto
es en Ramón Franco y San Vicente.
Los miembros de las iglesias bautistas son
libres de ofrendar y diezmar de acuerdo a sus propias convicciones y fe.
“Nuestro pastor jamás pide el diezmo desde el púlpito”, aclara Carolina. La
iglesia desde el principio guardaba una parte del dinero de las ofrendas para
comprar una propiedad. Había para negociar. Todo esto ya conformaba un milagro.
“Era lo que tanto habíamos pedido, un lugar
propio donde no pagar más alquiler,” recuerda Graciela con lágrimas en los
ojos. “Habíamos podido juntar un poco de
dinero con mucho sacrificio, y sabíamos que humanamente hablando era imposible
que nos alcanzara para comprar algo, necesitábamos el milagro,” agrega
Carolina.
El terreno estaba ocupado, y hacía muchos
años que trataban de venderlo. La iglesia decide comprarlo pero pide que salgan
los ocupantes. Se llega a un acuerdo, a cambio de un monto de dinero los
ocupantes aceptan irse. Se abona el primer pago, y se convienen una serie de
cuotas.
Llega el momento de la escrituración y el
toque de gracia el día de la firma. “Ahí nos enteramos que el dueño de la
propiedad era un sacerdote católico, no lo podíamos creer. Estaba muy contento
de que en ese lugar se predicaría la palabra de Dios”, recuerda Graciela.
“El lugar era un desastre, había grasa de
varios años y un enorme Gauchito Gil en el lugar dónde hoy está el púlpito. Sin
embargo el 26 de Noviembre de 2006, nos
mudamos a Ramón Franco 5140. Fue un día después del
cumpleaños de Rubén, 40 años, por eso lo tengo tan presente”, expresa con una
sonrisa Graciela.
El 3 de diciembre de 2006, se realiza la
primera reunión. Graciela recuerda con tristeza, un momento de mucha alegría. “Ese
día era el cumpleaños de una de las abuelas de la iglesia que soñaba con ver el
templo nuevo y murió sin poder verlo.” “Es muy triste que haya muerto Aurorita,
era más joven que yo,” expresa Carolina. Carolina Visconte nació el 27 de Enero
de 1924.
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El trabajo en el barrio continúa. La zona que
más se trabaja actualmente es Bahía Blanca al 1900. Muchos de aquellos que
recibieron los bolsones llegaron a ser miembros de la iglesia. Carolina es
jubilada y pensionada. El pastor actualmente trabaja para una compañía
americana de sonido y viaja por Latinoamérica y Estados Unidos. Graciela y su
esposo, Porfirio, tienen en pleno funcionamiento su matricería “gracias a
Dios,” dice Graciela. “Nuestra Fe fue coronada y todos nuestros años de oración
hoy pueden verse en Ramón Franco 5140, para Gloria de Dios.”
Eugene Peterson, en su libro “Correr con los
caballos”, expresa: “Se necesita valor
para actuar guiados por la esperanza.” Estas 23 personas en uno de los
momentos más difíciles de la República Argentina tuvieron el valor para actuar guiados
por la esperanza, guiados por la
convicción de lo que no se ve.